jueves, 22 de diciembre de 2011

Las siliconas se dividen junto al resto de los bienes?

Esta pregunta me la disparó H. Los abogados tenemos un repertorio de respuestas para un repertorio de preguntas posibles ante cada situación. Siempre hay un margen de sorpresa, pero en general, las dudas que aquejan a nuestro cliente, son más o menos las que aquejan a cualquier persona en una situación de conflicto.
Pero esa tarde, mi cliente H estaba inspirado. Después de explicarle cómo se dividen los bienes, cómo se pactan los alimentos, cómo podía pasar las fiestas con sus hijos ahora que él y ella estaban separados, me preguntó: “Yo pagué las siliconas un mes antes de que ella me echara. Me puedo quedar con una?”
-“Con una qué????” pregunté anonadada.-
-“Con una silicona.” Contestó como si fuera lo más normal del mundo.-
A esta altura, yo dudaba de que H fuera un tipo normal, y empezaba a tirar por la borda mi principio general sobre las “dudas normales de la gente normal”.-
-“NOOOOOO”, contesté enfáticamente. E ilusamente dí el tema por cerrado.-
-“Y entonces, qué otra cosa puedo hacer para compensarme?. Se las puedo tocar de vez en cuando?”. (¿???????)
-“NOOOOOOOOOO” contesté más enfáticamente y casi a los gritos. E ilusamente pensé que H había entendido.-
Pero no. Dos días más tarde, el domingo a las 23 hs, sonó mi teléfono. Era H desde la Comisaría. Estaba demorado por haber intentado “compensarse” esa noche, cuando había llevado a sus hijos a la casa materna.-




jueves, 11 de agosto de 2011

El comienzo



Mucho medité antes de comenzar a escribir este blog. Dí vueltas y más vueltas. Hasta que un día junté memoria, ordené algunos relatos sueltos y decidí escuchar mi voz interior.
Como toda hija de una madre que quiere para ella la superación de su propia historia, la mía siempre me instó a perseguir mis sueños y anhelos. Así estudié, trabajé, me acoplé al Estudio familiar y años más tarde, concebí este blog.
Superado el primer paso, el desafío fue poner algunas normas inquebrantables. Primero, cuidar las identidades, hechos y personajes. Segundo, como confidente de historias privadas, honrar los relatos. Y así, escribir para que de mi memoria no se borren y  el viento no se las lleve.