viernes, 19 de abril de 2013

La mentira tiene patas cortas?. Parte 2


Si yo abriera la boca la mitad de lo que la abro, tendría la mitad de los problemas que tengo. 
Los juicios en este país duran mucho, pero mucho, más de lo que el ser humano puede aguantar. En ese derrotero, uno vive las experiencias más diversas. 
Si tenés suerte, el contrario casi se convierte en tu amigo. No es descabellado y puede pasar, que termines yendo al casamiento del abogado que tuviste en contra.
Claro, no siempre la relación es así. Más de una vez, en el tiempo que dura el juicio, hay momentos de armonía, en que nos llevamos bien o no nos llevamos.
Y hay otros momentos en que todo se pone más álgido. En ese momento estábamos con ST, álgido y calentito el ambiente.
Era febrero, y se ve que el sol del verano me había nublado esa parte del cerebro que permite a los seres humanos, aprender de experiencias anteriores.-
Recién volvíamos de la feria, hacía calor y el sólo hecho de pensar en volver a agarrarme a los gritos con ST no me seducía para nada. 
Así fue como retomé aquel remedio fácil de: -"Decile que no estoy. Si pregunta mucho, decile que estiré la feria y estoy de viaje"- Era un viernes.
No sé por qué, porque está claro que las cosas pasan por algo. El sábado a la mañana me levanté con ganas de agarrar un poquito de sol y lagartear en el jardín. Antes, como siempre, uno tiene algo que hacer. Pensé: voy dos minutos al super, compro lo mínimo y vuelvo.
Mmmmm.... mala elección.
Arranqué el auto y salí despacito porque había un camión de mudanza acomodando para empezar a bajar muebles en la casa del vecino, que yo ni sabía, se había vendido.
Sí, Sí. No me podía fallar. Miré dos veces porque estaba segura de estar viendo mal. ST era mi nuevo vecino.-

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