viernes, 19 de abril de 2013

La mentira tiene patas cortas? Parte 1



No nos vamos a engañar. Quién no mintió alguna vez y le dijo a su secretaria, su hermana, su madre, su marido o cualquier pariente: -"Noooo, a ese no me lo pases. Decile que no estoy."-
Yo no iba a ser la excepción. Lo malo es que uno no aprende. Y reincide.
Hace años, tenía yo uno de esos clientes con los que no salía una. Todos eran juicios perdedores. Claro, él no era tonto y lo tenía más que claro. Pero, la esencia de la naturaleza humana es echarle la culpa a otro. Y ahí estaba yo. En primer plano. El tipo, me llamaba y me trituraba.
Llegó una época en que mi umbral de tolerancia empezó a bajar. Decidí, entonces, no atenderlo todas las veces que me llamaba para hacer catarsis. Por ejemplo: de viernes, no lo atendía más. Era una fija. Me llamaba tipo 6 de la tarde, me tenía un rato descargando, se quedaba livianito, y andá a aguantarme a mí en el comienzo del fin de semana.-
Un buen día, para darme un poco más de espacio y darle a él la seguridad de que no tenía que llamarme en una semanita por lo menos, no tuve mejor idea que decirle a la secretaria:
-"Nooo. No me lo pases. Decile que estoy de viaje?"-
-"Pero a dónde viajaste?"-
-"Mirá lo que me preguntás!!! qué importa a donde viajé!"-
-"A mí no me importa si viajaste o no, le importa al señor. Me pregunta todo! y si voy a mentir, más vale que mienta bien"-
Bueno, no era descabellado. En unos diez segundos, armé una mini historia, chiquita pero creíble.
-"Decíle que viajé al interior por una quiebra y voy a estar toda la semana ahí"-
Respiré. Una semana de paz.
El era insistente, así que al día siguiente volvió a llamar. Supongo que para corroborar la historia.
Yo, en la gloria. Tranquila y despejada.
Pasan dos días. Raro en mí, decido ir al gimnasio.
El refrán dice que el barrio de Belgrano es "un país". Nada más acertado.
Estoy en la cinta, sin transpirar mucho. Algo así como para despejarme un poco, bajar los niveles de culpa por ser tan sedentaria, pero tampoco dejar la vida en el intento.
Divagaba yo entre mis pensamientos y algún televisor colgado con las noticias, cuando siento un golpecito en el hombro.
Sí señores. Era mi cliente!.-

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