lunes, 5 de noviembre de 2012

Las hermanas macana. Parte 2


Cuando uno acepta representar en un juicio o divorciar a un amigo, pariente o pariente “por adopción” sabe que determinados límites siempre se terminan corriendo.
Es común decir: “te inicié el divorcio. No me acuerdo donde cayó. Me fijo y te aviso. Tuve unos gastos. Cuando tengas, avisame y cuando nos vemos en el cumpleaños de fulano me la das o la paso a buscar en cualquier momento.”
Con el resto de los clientes, uno tiene siempre la formalidad de mandar el presupuesto o la previsión, esperar la conformidad y cuando el dinero llega, hace el pago.
Se imaginarán que MC está siempre en el primer grupo. El de los límites difusos.
Así fue como iniciamos el divorcio. Primero pagué, después se lo inicié y no me acuerdo en qué cumpleaños, le avisé.
-“Ahhh, había que pagar?”-
-“Y, a vos qué te parece?”-
-“Bueno bueno, no hay problema. En unos días te hago una transferencia”.-
-“Genial nena. Sin apuro”-
Pasaron pocos días, eso es justo decirlo.
Me llama. –“En diez minutos, salgo para hacer unos trámites y de camino te hago el depósito”-
-“Perfecto, MC.”-
Pasa una hora más o menos. Suena el teléfono. Miro: MC.
-“Oíme, no te pude hacer el depósito. Porque justo cuando estaba de camino al banco, pasé por un negocio, ví una cartera que M E   E N C A N T Ó!!! y como la única guita que tenía encima era la tuya, me la gasté en la cartera. No hay drama no?. En cuanto cobre el mes que viene te juro que lo primero que hago es separar lo tuyo y lo deposito”-
Como honesta, es honesta. Nada de mentir ni disfrazar el cuento. Se la patinó nomás.
-“Y, qué le vamos a hacer. Es lo que hay. La próxima vez, te pido por favor. Si ves una zapatería, cruzá de vereda”-

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