miércoles, 5 de julio de 2017

Todo era cuestiòn del Feng Shui



Hace meses que vengo arrastrando los pies para escribir. Cada vez que me disponìa, algo me interrumpia y ya la historia habia huido de mi cabeza.
Me di un tiempo y hablando con alguien a quien le confiè mi pesar (porque para mì es realmente un drama no fluir aquì), me sugiriò cambiar la computadora de lugar y por ende, cambiarìa la energìa.
No sè si la orientè al norte o a otro punto cardinal, si los colores la armonizan o què, pero puedo asegurar que el feng shui o el cosmos, tienen algo de veridico. De a poco, el motor arrancò.
Como es que el amor hace a las personas tomar decisiones inconvenientes, que se saben de antemano que van a terminar en quilombo y lo peor, las màs de las veces, cuestan mucha plata.
R era un empresario que en su pasado habìa sido muy pero muy exitoso. Tanto exito lo llevò a amasar una fortuna mas que considerable, que no exagero, le permitìa comer caviar todos los dias de su vida a el, sus hijos, sus ñietos y aledaños.
Como no podìa con su ocio y para despuntar el vicio, decidiò comprarse la mitad de otra empresa. Pero no, la mitad mas el 1%. La mitad pura y simple. Y se la comprò a una loca desquiciada. A partir de allí, comprò problemas, stress, quilombos y rojos en el banco.
Una tarde de viernes, despues de putearse con la socia hasta en arameo, se fue a tirar unas pelotitas de golf. El dicho dice que nadie muere en la vispera ni en el lugar equivocado, asì que su hora estaba escrita y su lugar era el green.
A su muerte le siguieron entredichos, cartas documento, informaciones cruzadas y un sin nùmero de intrigas.
La pregunta que siempre flotaba era: "como un tipo tan bicho para los negocios pudo meterse en esta empresa?"
Que el negocio tenia futuro, que el era el rey del negocio y se confiaba en hacer de esta empresita un emporio, que estaba seguro que el hecho de tener la mitad de la empresa no necesariamente iba a traer desaveniencias en el gobierno societario. Elucubraciones y mas elucubraciones.
Una tarde en que todas las voces estaban tejiendo historias, su hijo disipo todas las dudas: "comprò la mitad de la empresa sin pensar demasiado porque se encamaba con la socia. No se rompan mas los sesos."
Se me cayò un ìdolo.  No lo conocì pero su historia empresarial me merece un respeto sepulcral.
Como muchos otros, no pensaba con la cabeza.


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